La terapia de las emociones
La terapia de las emociones es importante en los tratamientos psicológicos. Se resumen los pasos a dar para realizar la terapia de las emociones.
La terapia de las emociones
Partiendo del libro “Trabajar con emociones en Psicoterapia”. Greenberg S. L. y Paivio C. S.
Este tipo de modelo no ha de aplicarse a población psicótica, ni psicopática, ni con riesgo de suicidio. Por el contrario, ha sido demostrada su eficacia con clientes que tienen un cuadro depresivo, ansioso, sufren problemas interpersonales, maltrato infantil y problemas de la vida cotidiana.
El primer paso de este tratamiento, conlleva la formación de una relación de apoyo mediante reconocimiento, comprensión, y validación emocional de los problemas del paciente. Hay que reconocer sus emociones desde el inicio.
A medida que la terapia progresa, el terapeuta se focaliza continuamente en los sentimientos problemáticos o dolorosos y utiliza el reflejo empático para subrayar el impacto emocional de la experiencia. Así, en lugar de evitación emocional, se entrena la focalización y el afrontamiento de la experiencia interna.
Tras el establecimiento del vínculo inicial, se establece con el cliente un plan de trabajo. Se consideran fuentes de aflicción problemas tales como no darse cuenta de los sentimientos, valorarlos negativamente, estar en conflicto, tener sentimientos de malestar no resueltos, resentimientos significativos, hacia otros o ser incapaz de regular la proximidad en las relaciones.
La terapia sigue la secuencia de evocar sentimientos de malestar, explorar estos sentimientos, y sus determinantes, acceder a las emociones primarias o a los esquemas emocionales centrales desadaptativos y utilizar los nuevos recursos a los que se ha accedido para reorganizar dichos esquemas centrales. La meta ha de ser evocar la experiencia negativa para enfrentar dicha experiencia dolorosa, hasta que uno accede a los esquemas del tipo “no sentirse valioso” y alternar emociones primarias adaptativas como el enfado ante la violación para que vayan surgiendo las necesidades adaptativas como la de límites más firmes para que haya alternativas adaptativas.
Acceder a la emoción primaria que había sido interrumpida, ayuda a que se creen nuevas metas.
Creación del vínculo: Atender, empatizar y validar
Al inicio de la terapia, el objetivo es establecer una relación cálida y empática. Empatizando con el paciente facilitamos que acceda a su experiencia interna. “ej. Esta experiencia es muy dura…” También es importante recalcar lo importante que es la misma.
Se atiende a la sensación corporalmente sentida teniendo como meta el acceso al esquema emocional que genera el significado emocional personal. Con el tiempo, estas focalizaciones ayudan al cliente a reconocer (superando la evitación) y a experienciar sus propios sentimientos dolorosos y significados emocionales de modo pleno, gracias a la seguridad del entorno terapéutico.
La focalización se establece continuamente en el problema cognitivo-afectivo, en el estado del cliente en el momento y en la identificación de indicadores de los intereses emocionales presentes. Estos aspectos sirven de guía para la intervención.
En esta etapa se da el acuerdo acerca del tratamiento. Las metas se basan en la comprensión de las condiciones que generan los problemas del cliente. Ej., la baja autoestima tendría como objetivo llegar a ser más conscientes de ello y capaz de expresar con mayor claridad sus sentimientos y necesidades. Lo importante no son tanto las metas como el acuerdo con el cliente en las mismas.
Identificar los tipos de condiciones generadoras
Las investigaciones muestran que solemos focalizarnos en tres tipos básicos de condiciones generadoras:
Dificultades al simbolizar la experiencia interna
El terapeuta redirige al paciente sobre su experiencia interna. Así, se vuelve imprescindible que el terapeuta distinga las respuestas primarias de las secundarias para focalizarse siempre en la experiencia primaria y su simbolización. No se debe confiar únicamente en la verbalización del paciente; hay que atender también al CNV y a su conducta.
La TFE no se apoya en preguntas directas del tipo ¿qué estás sintiendo?, ya que éstas pueden aumentar la actitud defensiva del paciente; por el contrario, el método se basa en responder de forma empática a los sentimientos o hacer conjeturas acerca de lo que los clientes podrían estar sintiendo.
Relaciones problemáticas entre diferentes aspectos del sí mismo.
Determinantes relacionados con lo interpersonal.
Aquí nos podemos centrar en las relaciones actuales o en temas no resueltos del pasado:
Dependencia interpersonal.
La pérdida o amenaza de rechazo, de desaprobación o abandono conllevan el miedo a ser dañado y el miedo a no ser capaz de afrontar o de sobrevivir cuando las necesidades de una mayor cercanía o de apoyo no están siendo satisfechas. La meta aquí es acceder a la inseguridad básica. Ej. “Me siento completamente sola” y aceptarlo realmente en vez de dejarse llevar por el pánico. La cliente puede reconocer “necesito sentirme segura y protegida; esto permite el acceso a las capacidades de autocuidado.
Sentimientos no resueltos hacia otro significativo.
Estos asuntos implican temas de intimidad y control no resueltos, especialmente son problemas de malos tratos en la infancia; las respuestas emocionales siguen interfiriendo. La intervención se dirige al acceso a la emoción primaria que ha sido procesada de modo incompleto, para expresarla y reprocesarla.
Determinantes individuales.
Además de las 3 clases anteriores, determinantes de tipo idiosincrático podrían llegar a ser el foco continuo de terapia. Temas como no saber lo que uno quiere, necesitar tomar una decisión, o sentirse muy vulnerable.
El modelo implica un proceso de diagnóstico continuo de los problemas presentes durante la sesión en lugar de un diagnóstico de la personalidad de forma global. Tiene que haber un balance entre los procesos que se producen en el momento de la sesión y las metas más amplias.
Resolver temas de autodefinición y de vínculo, y equilibrar las necesidades de separación y conexión, parecen constituir tareas centrales de la condición humana.
Desarrollar la conciencia de ser agente activo en la creación de la experiencia
Se subraya el modo como los clientes son constructores de su propia experiencia en lugar de víctimas pasivas de los hechos. Ser consciente de ser agente activo proporciona sensación de control en la experiencia. Así, cuando los clientes dicen “me doy cuenta de que estoy pensando que soy un fracasado” están en una posición diferente en cuanto a su experiencia que si dicen “soy un fracasado”.
Proporcionar una explicación razonada.
Es necesario explicar lo importante que es el trabajo con las emociones para que el cliente se implique.
Evocar y explorar
Hay que activar los sentimientos difíciles durante la sesión. El terapeuta ha de centrarse en el presente para poder analizar la expresión de ese momento y para intensificar la experiencia y evocar los recuerdos. Con la finalidad de mantener la alianza, se necesita que haya un acuerdo acerca de las tareas que se van a utilizar para acceder a los sentimientos difíciles y establecer la dificultades.
Evocar la experiencia emocional.
Convertir la experiencia en algo vivo requiere utilizar alguna forma de estimulación emocional. El terapeuta se mueve entre el significado verbal y la experiencia o expresión no verbal, entre el pasado y el futuro, entre la sensación corporal y la imaginación visual. Ej. Un cliente que no estuviese en contacto con su emoción se le podría enseñar a prestar atención a sus sensaciones corporales.
Prestar atención a la evitación y a los procesos de interrupción.
La intervención se dirige a explorar los modos diferentes como los clientes bloquean la experiencia justo en ese momento de la sesión. El bloqueo puede ir, incluso, hasta impedir que emerjan las lágrimas. Por definición, tener que enfrentar lo que causa temor resulta amenazante, por lo que hay que establecer una colaboración con el paciente.
Los clientes pueden actuar reproduciendo dichos procesos mediante un diálogo imaginario entre dos partes de su personalidad, por ejemplo, con el diálogo de dos sillas, se podría animar a los pacientes exagerando el modo como se impiden sentir a si mismos, a verbalizar las prohibiciones concretas que utilizan. Pero hemos de hablar con ellos de los costes y beneficios de la interrupción. El objetivo del diálogo es que los clientes entiendan como se paran a sí mismos antes de vivenciar emociones adaptativas; dicha interrupción puede producirse de manera automática.
Así, la culpa o el sentirse en apuros pueden bloquear la expresividad o el placer sexual. EL miedo al rechazo o la ansiedad ante el abandono puede interrumpir la expresión asertiva. La vergüenza ante la propia pérdida de control o ante la propia debilidad, puede interrumpir un proceso de duelo adaptativo. Estos sentimientos secundarios se reconocen, pero no se intensifican. En lugar de ello, se presta atención a sentimientos primarios no reconocidos.
Desplegar y explorar la experiencia de los sentimientos negativos
El tipo de intervención utilizada para explorar la vivencia de los sentimientos problemáticos del cliente implican siempre un equilibrio entre directividad del proceso y respuesta empática.
En el proceso de exploración de su experiencia, los clientes podrían recordar momentos concretos, volver a experienciar aspectos de sucesos del pasado, o introducirse y salir de diálogos entre diferentes partes del sí mismo o del sí mismo con otros; dándose cuenta de que la autocrítica está contenida en un mensaje parental o que un pensamiento automático genera un sentimiento negativo o que el sentimiento de estar siendo juzgado por los demás constituya, más bien, una atribución basada en las propias críticas.
Explorar implica simbolizar con claridad los significados sentidos, implicados en la experiencia del sentimiento negativo, que no está plenamente en la conciencia y reflexionar acerca de ellos. Ej.: podría sentir tensión en el estómago o en la mandíbula pero no saber nombrar la emoción o pensar que siente enfado cuando en realidad, es miedo.
Reestructurar la emoción.
Acceder a los esquemas emocionales desadaptativos centrales y/o a las emociones primarias
En el momento de acceso a las emociones primarias o a los esquemas emocionales desadaptativos, se produce el mayor cambio en el proceso. El cliente cuando se reorganiza, accede o a una emoción primaria adaptativa o a un esquema emocional disfuncional.
La activación emocional también da como resultado la activación de muchos esquemas nuevos, especialmente cuando después de la activación se focaliza la atención de un modo explícito en la tarea de creación de significados. Así, el miedo y la tristeza, cuando se expresan se simbolizan y diferencian, les sigue, a menudo, el enfado-. Que emerjan nuevos sentimientos da como resultado el establecimiento de nuevas necesidades o metas.
El cambio ocurre a partir del cambio en la emoción primaria y de su utilización como recurso.
En las situaciones más complicadas, las personas contactan con sentimientos de vergüenza o duelo o con profundos sentimientos de inseguridad o de soledad. Estas emociones tienen que ser permitidas y procesadas. La vergüenza adaptativa conducirá a la conciencia de deseo de pertenencia, el duelo a los procesos de elaboración de la pérdida, la inseguridad al reconocimiento de la necesidad de vínculo.
Las que se ha accedido nuevamente en el mundo exterior y las dificultades que uno podría encontrar al intentarlo.
La validación de la experiencia primaria es crucial para ayudar a las personas a fortalecer sus sensación de sí mismas y a confiar en su propia experiencia.
En ocasiones, el primer objeto en terapia son los esquemas emocionales desadaptativos primarios y no simplemente las emociones adaptativas primarias. Por ejemplo, el miedo a ser invisible, o a no valer nada. Experiencias disfuncionales centrales de este tipo están relacionadas con una autocrítica hostil o con una dependencia ansiosa. En el primer caso, se trata sentir que uno no vale nada, que es un fracaso; en el segundo es sentirse frágil e inseguro, incapaz de mantenerse por sí mismo sin ayuda. Estos son los esquemas centrales negativos de malestar/debilidad. Lo que resulta curativo es simbolizar estos sentimientos y acceder a esquemas del sí mismo alternativos basados en emociones adaptativas. La capacidad de autoafirmación, la asertividad y protesta constituyen la base de los esquemas alternativos del sí mismo.
De este modo, cuando una persona se siente mal, avergonzada, sin valía, el sentimiento asociado tiene que ver con la tristeza y la vergüenza, y la meta/necesidad es sentirse aceptable y valioso.
Así, uno puede acceder a los sentimientos adaptativos de tristeza o enfado por aquello que echa de menos y esto ayuda a movilizar necesidades/intereses nuevos, así como nuevas organizaciones del sí mismo.
El terapeuta, en el momento oportuno, puede facilitar dicha reorganización focalizándose en los sentimientos/necesidades del cliente que están emergiendo, preguntando cosas tales como, ¿qué necesitas?; ¿qué echaste de menos? Por lo general, la meta que emerge no es la necesidad desesperada de ser amado, sino que tiene que ver con el apoyo a uno mismo. Así, los pacientes suelen sentir una gran sensación de tener derecho a satisfacer sus necesidades.
Reestructurar fomentando la articulación y el reto de las creencias disfuncionales, a partir de las necesidades y recursos adaptativos.
En esta fase de reestructuración, los clientes llegan a articulaciones de sus creencias y nuevas comprensiones de las experiencias que fueron formativas en sus vidas. Los clientes comienzan a reconocer y articular las expectativas o creencias ancladas en los esquemas y a ver como sus vidas se han estructurado alrededor de estas, como alrededor de los intentos de protegerse a sí mismos.
El cambio se lleva a cabo, esencialmente, mediante el cuestionamiento de la creencia a partir del darse cuenta del modo como ésta se construyó.
La combinación del ser conscientes de la creencia, más el apoyo y validación del terapeuta, y el acceso del cliente a las nuevas necesidades/metas y recursos internos, es lo que proporciona a la persona la fuerza para combatir dichas creencias.
El terapeuta ha de subrayar el modo como, en los momentos de desesperación, focalizarse internamente y simbolizar la vivencia a uno mismo, diciéndose algo como “me siento desolado”. En momentos de ansiedad, han de recordar la vivencia tenida durante la sesión, para ser más compasivos consigo mismos. Esto se hace sólo después de que hayan tenido éxito durante la sesión superando sus autolamentaciones.
Publicada 8/07/2012