Psicología y fisiología de los sueños

por Dr. José Antonio García Higuera
psicología y fisiología de los sueños

Psicología y fisiología de los sueños

La psicología y fisiología de los sueños explican que son interpretaciones psicológicas de la fisiología del sueño.

Los sueños y el dormir: psicología y fisiología

Qué es un sueño

Todos tenemos la experiencia de soñar y por ello sabemos lo que es un sueño. Tenemos la experiencia de que es algo más de lo que contamos, que nuestros relatos no los recogen de una forma exacta. Sin embargo, el conocimiento científico de los sueños tiene que basarse en las narraciones que se hacen de ellos. No vale analizar exclusivamente nuestros propios sueños para hacer una teoría sobre ellos.

Hobson (2000) describe de la siguiente forma lo que es un sueño:

“La actividad mental que ocurre en el sueño se caracteriza por una imaginación sensomotora vivida que se experimenta como si fuera la realidad despierta. Esto ocurre, a pesar de características cognitivas como la imposibilidad del tiempo, del lugar, de las personas y de las acciones. Las emociones, especialmente el miedo, el regocijo, y la ira, predominan sobre la tristeza, la vergüenza y la culpabilidad. Estas sensaciones, a veces, alcanzan una fuerza suficiente para despertar al durmiente. La memoria de los sueños, incluso de los muy vívidos, es tenue y tiende a desvanecerse rápidamente después de despertarse; a no ser que se tomen medidas especiales para retenerlo”.

Las fases en la fisiología del sueño

Dentro del sueño se distinguen distintas fases. Se identifican por la existencia o no de un movimiento rápido de ojos REM (Rapid Eye Movement). Movimiento que es visible debajo del párpado para el observador.

En el sueño no-REM (NREM) que se llama también sueño lento, se distinguen también cuatro etapas (Bobes, Diaz y Bomper, 1999):

  1. La Etapa 1 de transición de la vigilia al sueño. Ocupa cerca del 5% del tiempo de sueño en adultos sanos. En esta fase, desaparecen las ondas alfa que en el EEG corresponden a la vigilia y son substituidas por ondas más lentas (ondas theta) propias del sueño NREM. También aparece un enlentecimiento del latido cardíaco. Durante esta fase, el sueño es fácilmente interrumpible. Esta etapa dura pocos minutos.
  2. La Etapa 2 aparece a continuación de la 1 y representa más del 50% del tiempo de sueño. Se caracteriza por ondas electroencefalográficas con una frecuencia mayor que las theta. El tono muscular se hace algo más débil y se eleva el umbral del despertar. Corresponde al principio del sueño propiamente dicho.
  3. Las Etapas 3 y 4 se corresponden al sueño más profundo porque durante ellas aparecen las ondas delta, que son muy lentas. El tono muscular es débil y la frecuencia cardiaca y respiratoria disminuyen. Durante ellas ocurren los sueños, así como los episodios de terror nocturno en el niño y los episodios de sonambulismo. Los movimientos oculares, si existen, son lentos.

Fase REM

Después de pasar por estas etapas, durante unos 70 a 120 minutos, suele presentarse la primera fase REM (Rapid Eye Movement, Movimiento Rápido de Ojos). El tiempo que se tarda en iniciar esta fase nos dará la latencia REM. El sueño REM ocupa el 20% del tiempo total del sueño en el adulto; aunque varía con la edad, siendo mayor en los niños . En él se observan descargas de movimientos oculares rápidos y una abolición completa del tono muscular. La frecuencia respiratoria y el pulso se hacen más rápidos e irregulares.

Luego, las diferentes fases del sueño se alternan cíclicamente a lo largo de la noche. Durante la primera parte del sueño predomina el sueño NREM y durante la segunda los periodos REM se van haciendo más largos. Durante el sueño normal aparecen periodos de vigilia tan breves que pueden no ser recordados al día siguiente.

Los estudios sobre la fisiología del sueño han avanzado de forma muy importante en los últimos años basándose en las nuevas tecnologías de neuroimagen.

Las características fisiológicas de la actividad onírica varía a lo largo de las distintas etapas del sueño. Durante el sueño REM aparecen las imágenes más raras y estrafalarias. En él, los reportes de los sueños son más largos, más emocionales que en las etapas NREM lo que correlaciona con la diferente fisiología de estas fases.

Relación entre la psicología y la fisiología de los sueños: Diferencias en los sueños de las distintas fases

Los sueños que se reportan cuando uno se despierta en la fase REM son típicamente:

  • más largos.
  • más nítidos perceptivamente (llegando a tomar la forma de alucinaciones).
  • más animados motóricamente.
  • cambian rápidamente de escena y son más raros y estrafalarios,
  • más cargados emocionalmente.
  • menos relacionados con nuestra vida normal que los que se narran cuando nos despertamos en la fase NREM.

Por el contrario los que surgen del despertar en las fases NREM contienen más representaciones de nuestras preocupaciones cotidianas y son más de tipo pensamiento y menos como imágenes (Hobson et al., 2000).

Los sueños en fase REM

El mismo autor menciona las siguientes características de los sueños REM, que se dan en ellos casi siempre y raramente en los sueños NREM:

  1. Contienen percepciones alucinatorias.
  2. Las imágenes cambian rápidamente y son raras y estrafalarias, aunque también se refieren a nuestra vida cotidiana.
  3. Son tan vívidos que a veces nos hacen dudar si estamos dormidos o despiertos.
  4. La reflexión racional en los sueños está ausente o muy reducida. Aunque actualmente se piensa que la reflexión, el autocontrol y otras formas metacognitivas son más comunes de lo que se pensaba.
  5. A los sueños les falta estabilidad en la orientación, así los lugares, las épocas y las personas se fusionan de forma plástica incongruente y discontinua.
  6. Los sueños crean historias para integrar todos los elementos del sueño en una narrativa más lógica.
  7. Los sueños incrementan e intensifican las emociones. Especialmente el miedo y la ansiedad, que parecen integrarse en las características más raras del sueño y pueden incluso marcar la narrativa del sueño.
  8. Los sueños muestran una incorporación incrementada de programas instintivos. Especialmente los relacionados con luchar o huir que pueden actuar también como organizadores de la cognición en el sueño.
  9. El control voluntario está muy atenuado. El soñador raramente considera la posibilidad de controlar realmente el flujo de los sucesos del sueño y en las pocas ocasiones en las que esto ocurre, el que sueña solo lo puede ganar en lucidez y por pocos segundos. Sin embargo otras formas de control más corrientes pueden ser más comunes en el sueño.
  10. Una de las razones de que las descripciones de los sueños REM sean más largos es que tienen que explicarse las imágenes raras que lo componen.

Control de los sueños

Los sueños tienen poca relación con lo que pensamos o hacemos antes de dormir, por lo que no se puede pensar en dirigir los sueños para resolver problemas. Aunque otros autores afirman que hay métodos de incubación de sueños que tienen impacto en el sueño REM.

Según Hobson (2000) los procesos que se dan en el sueño REM son debidos a que:

  1. La entrada salida del sistema cambia, se corta la llegada de estímulos exteriores y la salida de órdenes motoras a la médula espinal, desactivándose las neuronas piramidales que transmiten las órdenes del movimiento. En consecuencia se produce una bajada del tono muscular.
  2. Se activan algunas partes del tronco cerebral que a su vez activan distintas partes del cerebro lo que provoca una activación caótica de diversas partes del cerebro.
  3. Se desactivan las partes de la corteza cerebral frontal que controlan la reflexión y el pensamiento.
  4. Todo esto se refleja en un cambio del sistema neuromodulador que pasa de ser aminérgico en la vigilia a ser colinérgico durante el sueño, con lo que se activan y desactivan determinados caminos neuronales.

Relación entre las funciones fisiológicas del sueño y sus contenidos

Hobson (2000) establece un modelo de estas relaciones en el que concluye:

  • Las alucinaciones visuales intensas se deben a la autoactivación del cerebro visual por el proceso de activación del pontine que afecta inicialmente al cortex visual.
  • Las emociones intensas, especialmente ansiedad, regocijo, y rabia se deben a la autoactivación de la amígdala y otras estructuras del sistema límbico. La relavancia de las imágenes del sueño es debida a la activación del cortex paralímbico por la amígdala.
  • La ilusión de que estamos despiertos, la falta de pensamiento dirigido, la pérdida de la conciencia reflexiva y la falta de insight relativa a las experiencias, ilógicas e imposibles del sueño, se deben a la combinación, y posiblemente efectos relacionados de la demodulación aminérgica y la desactivación selectiva de la corteza frontal.
  • Las cogniciones raras y estrafalarias del sueño se deben a la inestabilidad orientativa causada por la naturaleza caótica del proceso de autoactivación del tronco cerebral y a la ausencia del control frontal y de la memoria episódica, debidos en parte a los fallos en la modulación aminérgica

Funciones psicológicas del sueño

La principal función del sueño es reparar el organismo para poder seguir la vida en condiciones óptimas. Es una función fisiológica, pero en el sueño aparecen materiales cognitivos de difícil interpretación y con un alto contenido emocional, a los que se muchas veces se les da muy diversas interpretaciones. Algunos autores como Hobson lo consideran como un producto fisiológico que debería ser olvidado cuanto antes, como así sucede en realidad (Hobson, 1997). Otros autores siguen manteniendo y fundamentando fisiológicamente la teoría de Freud de que son deseos reprimidos que surgen en momentos en los que baja la censura (ver modelo de Solms (1997)).

La función psicológica que más consenso ha despertado ha sido que el sueño REM consolida nuestra memoria y que la recuperación de nuestros recuerdos es más efectiva después de un buen sueño. Sin embargo, ni siquiera esta función es aceptada de forma universal (ver por ejemplo Vertes, 2000) Este autor propone que la función primaria del sueño REM es puramente fisiológica y consiste en proporcionar al cerebro una estimulación que necesita para recuperarse del sueño profundo.

Resumiendo nuestra postura podemos afirmar que el sueño actúa sobre nuestra memoria emocional activando los circuitos cerebrales asociados a la emoción, como la amígdala y el sistema límbico y desactivando el control consciente de la corteza frontal y la entrada y salida de estímulos desactivando partes del tronco cerebral.

Planteamos la hipótesis de que lo que consolida el sueño es la actitud, entendida como preparación a actuar (Bull, 1951), en la que se inhibe la acción, y al inhibirse la acción aparece el componente emocional, en el mismo sentido que da Frijda (1989) a las emociones como preparaciones a actuar.

Una visión psicológica: La postura de Seligman

Lo que si es cierto es que en el sueño las actividades cognitivas tienen una organización caótica; pero nuestro cerebro no está dispuesto a admitir el caos. En esta línea Seligman (1987) describe un experimento en el que simultáneamente a la emisión de una melodía se mostraba a los sujetos unas luces que se encendían y apagaban de forma totalmente aleatoria. La gran mayoría de los sujetos afirmaban que el comportamiento de las luces seguía a la melodía. La conclusión de este experimento es que nuestro cerebro está tan entrenado para dar significado a lo que percibe que no puede aceptar las percepciones sin orden ni sentido. Si lo que ve o siente no lo tiene, nuestro cerebro lo crea.

Siguiendo este razonamiento, la interpretación que da Seligman (1987) de los sueños es que son una elaboración cognitiva que intenta dar coherencia a los estímulos caóticos que generan las funciones fisiológicas que se han descrito en los puntos anteriores. El intento de racionalizar el sueño comienza en el mismo momento en que se produce y continúa cuando se narra o se escribe para consolidar su recuerdo. Seligman distingue dos tipos de contenidos en el sueño aquellos que tienen una alta definición visual o contenido emocional que corresponden a estímulos muy concretos e identificables y aquellas otras fases que son más borrosas y verbales que correspondería ya a un intento de explicar la transición entre dos estímulos visuales o emocionales nítidos.

Ver también La interpretación de los sueños en la terapia cognitivo conductual

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