AGRESIVIDAD, TRATAMIENTO COGNITIVO CONDUCTUAL DE LA

por Dr. José Antonio García Higuera
Cómo manejar la agresividad

Agresividad: su tratamiento cognitivo conductual

En el tratamiento cognitivo conductual de la agresividad, partiendo de que la ira es una emoción, se analiza en qué circunstancias surge y se resume el tratamiento de la ira desadaptativa en varios pasos, haciendo énfasis en su manejo emocional. Finalmente se expone la relación entre la agresividad y otras emociones.

La agresividad

Se incluye en esta página un esquema resumido de un tratamiento cognitivo conductual de la agresividad.

Introducción

La ira es una emoción y como tal se dispara de forma automática ante determinadas situaciones, en general frente a situaciones que interfieren con nuestros objetivos. Como toda emoción tiene una función, en este caso preparar al cuerpo para el esfuerzo necesario para vencer el obstáculo que se ha presentado.

El problema con esta emoción puede surgir de diferentes formas:

  1. La conducta violenta puede ser un medio para conseguir determinados objetivos cuando no somos capaces de lograrlos por otros métodos. En este caso nuestra conducta responde a un déficit de habilidades y puede mejorar adquiriéndolas.
  2. Cuando hemos aguantado demasiado y saltamos por algo sin importancia. En realidad reaccionamos a todo lo que nos ha ocurrido previamente. Como nuestra reacción se considera desmesurada, tenderemos a reprimirnos y aguantar más, en consecuencia nuestra siguiente reacción violenta será mayor y seguiremos en ese círculo vicioso. Para salir de ese círculo vicioso el camino no es aguantar más, sino poder reaccionar de forma inmediata a los problemas y frustraciones. En ese caso la reacción es más adecuada y comedida porque las razones que nos llevan a reaccionar serán muchas menos.
  3. Otro problema puede surgir cuando nosotros interpretamos que existe un ataque y una dificultad que no es vista de la misma forma por los demás. Este problema suele ocurrir cuando reaccionamos ante las intenciones de los demás en lugar de reaccionar ante los hechos explícitos. El juicio de intenciones es la causa más frecuente que nos puede llevar a tener reacciones violentas desmesuradas y desproporcionadas.
  4. La ira es una emoción muy potente y se impone sobre otras emociones que no queremos sentir, como el abandono o el rechazo por parte de personas relevantes en nuestra vida. Por ejemplo, podemos reaccionar con rabia cuando nos sentimos débiles. La rabia consigue que dejemos inmediatamente de sentir la debilidad.

A continuación se expone un esquema del tratamiento de este tipo de problemas.

RESUMEN DEL TRATAMIENTO DE LA AGRESIVIDAD

Análisis de la ira:

  1. Ver que su ira puede ser justa o injusta, innecesaria o adaptativa.
  2. Aprender que es siempre válida.
  3. Saber si es justa o no
  4. Hacerla adaptativa.
  5. Manejo emocional de la pérdida de control.

PASOS PARA TRATAR LA AGRESIVIDAD

Reevaluación cognitiva.

No siempre es nuestra respuesta la causa de que estemos en la situación

  1. Puede que la persona lo haya hecho desde el cariño, la broma sana o el respeto y no desde el ataque despiadado.
  2. Incorporar la ira a la conducta

Aprovechar la ira

Aprovechar la ira para reaccionar y dirigir la energía que nos da hacia la consecución de nuestros objetivos o lo que es lo mismo: Orientarla hacia acciones productivas.

Se trata de no hacer solamente una descarga emocional que nos quita la razón delante de los demás y nos aleja de nuestros objetivos y además nos deja mal. Hay que dirigir la ira hacia el objetivo que pretendemos.

Ayuda cambiar la frase: «Estoy enfadado ….» por «Me gustaría que ….»

Conductas alternativas

  1. Manejo de los pensamientos irracionales
  2. Manejo emocional
  3. Time-out, (irse para calmarse y volver cuando se pueda afrontar el problema) buscar algo que hacer. Hacerla creativa en sitios donde no se puede ir de allí. Entrenarse unas cuantas veces cuando no se está enfadado. Recordarlo con notas.

Manejo emocional de la agresividad

Identificar indicios de tensión que avisen de que la ira está cerca para poder reaccionar cuando todavía es posible.

  1. Sudor de manos, puños cerrados, latidos del corazón, tasa respiratoria, incomodidad.
  2. Relajación para dejar la agresividad en su justo término.
  3. La Terapia de Aceptación y Compromiso, que es la evolución más reciente de la terapia cognitivo conductual, plantea los métodos básicos para poder manejarse con la agresividad:
  • Tomar distancia de nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones de forma que no nos disparen automáticamente las respuestas agresivas: Regular nuestras emociones.
  • Tomar distancia de nuestro concepto de nosotros mismos, haciéndolo menos vulnerable a las posibles opiniones de los demás, haciendo realidad el dicho de que “no ofende quien quiere, sino quien puede”.
  • Ser conscientes de nuestros intereses en las diferentes situaciones, porque el comportamiento impulsivo se convierte en una descarga emocional que en realidad no nos interesa.
  • Estar siempre en el momento presente, que es desde donde se puede evaluar lo que está ocurriendo, para poder así tener conciencia de lo que ocurre en el presente, y no responder a antiguas ofensas o a problemas que puede ocurrir en el futuro, lo que distorsiona de forma tremenda nuestra capacidad de juicio.

La agresividad y otras emociones

Todas las emociones tienen bases en común: la evaluación y la activación. La interpretación cognitiva del contexto en que ocurren ambas acaba concretando la emoción y la conducta que impulsa.

Por ello, las emociones pueden transformarse unas en otras.

La agresividad y la ansiedad

La agresividad es una conducta que enmascara la ansiedad y, como emoción, la puede sustituir y es menos desagradable, aunque puede ser devastadora contra los que nos rodean o contra nosotros mismos.

La desesperación y la agresividad

Cuando no somos capaces de resolver un problema, nos desesperamos y, para salir de la desesperación generamos una rabia terrible, que, si no es canalizada puede ser destructiva.

La metáfora del piano: el control de los impulsos

Cuando vamos empujando un armario por un pasillo con mucha prisa y se nos atasca, nos enfadamos y. automáticamente, empujamos con más fuerza. Si de todas formas no avanza, nos irritamos más para empujar con mayor fuerza. El enfado tiene una función: eliminar el obstáculo. El problema surge cuando hemos topado con un obstáculo, por ejemplo, una silla, que nos impide el paso y empujar fuerte no nos sirve para avanzar.

Si en lugar de centrarnos en que queremos mover el piano, nos dejamos llevar por la rabia y buscamos un alivio emocional, podemos liarnos a patadas con el piano. Lograremos hacernos daño o romperlo, pero olvidaremos que lo que queremos es moverlo. Podemos hacer meditación y controlar nuestra rabia; pero perderemos tiempo y nos frustraremos y el piano no avanzará. Lo lógico es parar un segundo, analizar qué pasa, ver la silla, ir hacia dónde está y emplear nuestra rabia en quitarla de en medio y volver a empujar de nuevo.

La rabia surge para eliminar los obstáculos de nuestro camino, es una emoción natural cuando hay un obstáculo en nuestro camino hacia nuestros deseos o existe algo que nos hace daño.

Para tener un momento de calma para poder reflexionar si seguimos nuestro impulso o no es conveniente para nosotros a largo plazo consulta la página sobre regulación emocional.

La agresividad y el poder

Una de las formas de manejar nuestra ansiedad es por medio del poder. La agresividad genera miedo en los demás. y, si nos podemos provocarles miedo, tenemos poder sobre ellos y harán lo que queramos. Pero, si la empleamos sistemáticamente, nos aleja de los demás, si no dependen de nosotros. Tampoco a largo plazo, será agradable que nuestros seres queridos estén con nosotros solamente por miedo.

El libro: «Curso terapéutico de aceptación I y II» contiene ejercicios prácticos para ayudar a manejar la agresividad.

Ultima actualización 10/12/2022

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