El objetivo de la educación sexual

por Teresa Vaquero Romero
Educación sexual

El objetivo de la educación sexual

Encontrarás en esta página una explicación de las actitudes más comunes de los adolescentes actuales respecto al sexo y un planteamiento general y concreto de la educación sexual, con la participación de padres y educadores.

Qué es la educación sexual:

Una intervención explícita o implícita encaminada a que los jóvenes aprendan a conocerse, aceptarse y ser felices, que disfruten con lo que hacen y tengan experiencias enriquecedoras, disminuyendo al máximo las probabilidades de sufrir consecuencias no deseadas como embarazos o enfermedades de transmisión sexual. Esto último no se está cumpliendo como nos gustaría, muchos jóvenes viven su sexualidad de forma poco responsable y se arriesgan a sufrir consecuencias que no desean.

¿Por qué ocurre esto? Variables a tener en cuenta:

Los jóvenes de hoy tienen una actitud más liberal respecto al sexo

Tienen muy claro su derecho a tener relaciones sexuales. Cada vez se ponen menos condiciones para acceder a las relaciones sexuales, basta con que a los dos les apetezca. No es necesario que haya afecto, amor, ni compromiso, aunque estos suelen ser requisitos importantes para algunos, sobre todo para las chicas. Si antes había que estar casado, enamorado y comprometido, ahora basta con que nos gustemos y los dos queramos.

Cada vez se accede antes a las relaciones sexuales coitales.

En 1977 la media de edad de acceso al coito estaba en 22-23 años. En 2004 esta media de edad se sitúa en los 16-18 años. El acceso al coito desde que se inicia una relación es un proceso en el que cada vez invierten menos tiempo, el paso de las conductas paracoitales a las coitales es cada vez más rápido. Las distintas actitudes de los jóvenes se manifiestan en forma de conductas arriesgadas, sobre todo en la primera relación coital y en las relaciones sexuales esporádicas o no previstas, estas, además, suelen darse en situaciones y contextos inadecuados: consumo de drogas y alcohol, relaciones no planificadas, furtivas…   Los más pequeños (entre 15-17 años) asumen más riesgos, a medida que avanzan en edad, cuando tienen relaciones más estables y pasan a ser de forma habitual activos sexualmente, tienen prácticas más seguras.

Tienen relaciones coitales con un mayor número de parejas

Entre tres y cuatro en la adolescencia.

Las chicas se alejan del rol que antes se les asignaba

Ahora también se atreven a buscar las relaciones, a decir sí. Esto supone una nueva regulación compartida, igualitaria, en condiciones de mutua libertad y de mutua responsabilidad.

La sociedad ofrece a los adolescentes mensajes contradictorios sobre la sexualidad

Por un lado, incita al consumo y a la búsqueda de emociones positivas y búsqueda de placer, invita a la actividad sexual, pero niega la educación sexual en la familia y en la escuela. La televisión, la publicidad valida las relaciones sexuales, hay permisividad de horarios y actividades, pero los padres no asumen que sus hijos y sobre todo hijas adolescentes tengan actividad sexual. La asistencia sanitaria existente es insuficiente. Es como si la sociedad regalara un coche a cada joven sin antes enseñarle a conducir.

Características de los adolescentes

Suelen ser atrevidos, les gusta explorar y tener nuevas experiencias. Se sienten sanos e invulnerables ante los riesgos. Ponen en duda lo que les dicen los adultos, dan más importancia a los valores, conductas y presiones del grupo de iguales. La percepción que habitualmente tiene el chico o la chica sobre la actividad sexual de sus iguales es que él o ella siempre está por debajo de la media, muchos creen no cumplir con la norma general. En 1º de Bachillerato (17 años) creen que el 80% de sus compañeros de clase ya lo han hecho, “todos lo hacen menos yo”. Esto explicaría, en parte, por qué a veces hacen cosas porque los demás lo hacen o eso creen, y no porque lo desean, cuando realmente lo han hecho un 20%.

Desde prácticamente el inicio de la pubertad todo lo relacionado con lo sexual se convierte en cierta medida en algo prestigioso.

El más osado contando chistes verdes, el que maneja más información, quien haya visto determinadas películas o a más personas desnudas, el que antes se masturbe, el que lo haga más veces, quien haya cogido de la mano, quien haya besado, acariciado, metido mano… así hasta llegar al coito. Después quien tiene más parejas, quien prueba cosas nuevas… en las chicas es similar, aunque en ocasiones, las demostraciones explícitas pierden valor frente a otras más implícitas como la seducción o lo cualitativo, no importando tanto el cuánto, cómo los quiénes o el cómo, no es tan relevante qué hago, sino con quien lo hago.

Falta de asertividad de los jóvenes

Incapacidad de decir no a practicar conductas sexuales arriesgadas y búsqueda de alternativas igualmente placenteras, pero seguras.

Características de la conducta sexual

La satisfacción sexual es inmediata y poderosa. La satisfacción del deseo y el placer es un premio inmediato y seguro, además suele ir acompañado de otros refuerzos sociales como el prestigio ante los iguales. Los riesgos son percibidos como probables y futuros, las consecuencias negativas de la conducta irresponsable es menos probable y demorada, las consecuencias positivas son inmediatas y muy probables.

Al hacer educación sexual la información es importante pero no suficiente. Los jóvenes de hoy llegan a la adolescencia educados en un discurso que gira en torno a la capacidad para reproducirse “hija, a partir de ahora, ten cuidado con los chicos porque te puedes quedar embarazada”, “hijo, en este cajón siempre habrá preservativos, úsalos”, la sexualidad queda, de esta manera, reducida al coito. La erótica se convierte en sinónimo de genital, reproductivo y heterosexual.

Padres, profesores, médicos y educadores todos tenemos parte de responsabilidad de hacer que se pase a un modelo global de sexualidad.

El papel del educador sexual:

Los educadores no tienen porqué pretender ser sexólogos, ni tener que saberlo todo. Tienen un papel más de mediador entre usuarios y los recursos, entre los jóvenes y los profesores y familias, aproximando unos a otros. Hacen falta unos mínimos de sexología y pedagogía. Es importante saber qué no sé. Distinguir entre lo que son hechos, suposiciones y opiniones, para intentar manejarnos sólo con los hechos.
Una mala educación sexual sería inventar las respuestas sobre la marcha. Que los jóvenes crezcan como personas tiene que ver con ser capaz de tomar decisiones por uno mismo.
El papel del educador es ayudar a encontrar respuestas, más que a darlas. “El sexo oral, es bueno o malo”, que ellos encuentren su respuesta.
Como educador es importante conocer los recursos de la zona, es importante que animen a los chavales a hacer uso de ellos.

Es importante que el educador

Colabore con las familias. A veces, la familia no es consciente de que se educa con lo que se habla y con lo que se calla. Es importante tratar de que no haya secretismo, que nuestros objetivos lleguen a las familias para no despertar fantasmas “¿qué les contarán, que no quieren que nos enteremos?”, para ello es útil mostrarnos disponibles para contar a las familias cual es nuestro trabajo y que ellos lo continúen en casa, que no intenten mantenerse al margen y nos hagan responsables de esta labor sólo a nosotros.

Facilitarles claves sobre cómo comunicarse con sus hijos, sobre los temas adecuados para cada edad, el papel insustituible de la familia, cuando la familia vive al educador como colaborador es poco probable que surjan problemas. Así no creerán que lo que hacemos es consecuencia de lo que ellos o ellas no hacen nada o lo hacen mal. Es importante darles la sensación de que somos un equipo, todos somos importantes.

Insistir con los chavales en que el diálogo es positivo, que pueden contar en casa lo que hablen en el colegio, que sus padres estarán encantados de hablar de ello y que les pueden ampliar la información. Así se fomenta la expresión de diferentes opiniones, aprender a escuchar lo que piensa el resto de la familia.

Atender en el aula las urgencias; pero dar pie a tratar sobre lo importante. El educador abre el tema, no lo cierra, para que cada profesor desde su área, y cuando lo crea oportuno, se acerque a la educación sexual, que no es sólo óvulos y espermatozoides, masturbación, coito y anticoncepción.

Hay dos posibilidades compatibles para actuar con los chavales:

  • Educación sexual de forma progresiva en todos los ciclos, de manera trasversal: que todo el profesorado asuma su parte de responsabilidad y aborde este tema desde su área.
  • Especialista del centro o de fuera asuma determinadas cuestiones y centre el tema.

Se haga la intervención que se haga es importante valorar las circunstancias y tener en cuenta la comunidad educativa. Valorar la realidad y el contexto, las posibilidades y las dificultades. Dando lugar a diferentes resultados: intervención con el alumnado, con el profesorado, familias, una, dos o varias sesiones… se puede hacer educación sexual dentro y fuera del aula, aprovechando el tiempo de ocio, lo importante es adecuarse al entorno, que los chicos y chicas sigan aprendiendo sin nosotros, que aprendan de su familia, profesores y sanitarios.
Conseguir que la comunidad ponga al servicio de los adolescentes medios, como el preservativo, píldora del día después, centros de asesoramiento en planificación, y oportunidades para formas de ocio no mediatizadas por el alcohol. La doble protección, subvencionada (ej. Norte-Europa).

El papel de los padres y madres en la educación sexual:

Todos los padres y madres están capacitados para hacer educación sexual de calidad.

Claves para hacerlo bien:

Acompañarles durante todo su desarrollo:

Los padres ya educan a sus hijos antes incluso de que surjan las primeras preguntas, cuando se les coge en brazos, besa y acaricia les están enseñando a querer y ser queridos, a tener seguridad en los demás, a expresar emociones y reconocer las emociones de otros. Es muy bueno que con los años no se eliminen esas muestras de afecto en el hogar. Es importante hablar de todo lo que a los chicos les interesa, pero también de todo aquello que necesitan saber en cada momento y no siempre preguntan, atendiendo, claro está, a su momento evolutivo y sus capacidades. No dudes en sacar tú el tema.

Muéstrate accesible a sus preguntas:

«Las diferencias entre papá y mamá, por dónde salen los bebés y lo más complicado: por dónde entran”. Son las primeras preguntas. Responde con naturalidad, mostrándole como realmente eres con soltura o con pudores, es lo de menos. Presta atención a todas sus preguntas. Sólo así te convertirás en un referente de confianza y será más probable que te sigan preguntando y exponiendo dudas y temores. También es muy importante que los padres acepten que los jóvenes tengan secretos o que busque a otras personas para hablar de sexualidad. Aun así hay que tratar de hablarles de aquellas cosas que los padres crean que son importantes.

Responde con sinceridad:

Es mejor no mentir si no quieres que te mientan. Si no sabes la respuesta la podéis buscar juntos. Es importante crear una atmósfera positiva, de confianza, para que los adolescentes, al no sentirse juzgados, se atrevan a hablar con franqueza. Y aún así, en ocasiones los adolescentes no preguntan, es entonces cuando el adulto debe aprovechar las oportunidades que la radio o la televisión le da para expresar sus opiniones de forma razonada. Así el padre o la madre además de transmitir información y valores enseña que con ellos se puede hablar de sexualidad porque ellos hablan de sexualidad. Si siguen sin preguntar es importante respetar sus silencios, sin obligarles a participar. Se les muestra una puerta abierta, pero no se les empuja a entrar, tiempo al tiempo, lo importante es sembrar.

Comparte tus valores:

La mejor manera de enseñar valores es mostrarlos a través de la propia conducta. Se aprende lo que se ve que se hace, no lo que se dice que se hace. Es preciso que los padres sean tolerantes y respetuosos con las ideas y opiniones de sus hijos, y no juzgarlos por ellas, a pesar de que puedan mantener puntos de vista distintos. Es importante expresar un desacuerdo, pero no adoctrinar. Aunque la imposición siempre es una tentación, lo mejor es hacer todo lo posible para no caer en ella.

Busca, infórmate, actualízate:

No es necesario ser experto para educar, basta con tener una buena información básica sobre los aspectos más relevantes y no dejarlos llevar por miedos, mitos, tabúes. Puede ser suficiente con saber qué recursos (centros de planificación familiar, aula joven, bibliotecas…) hay en el barrio, pueblo o ciudad donde puedan ser informados o atendidos. Acude a las AMPAS, a los cursos para padres del colegio o instituto, propón uno su no existen actualmente. Existen manuales sencillos que te ayudarán mucho. ¡Es importante estar el día, muévete!

Enséñales a enfrentarse a la presión del entorno:

los chicos chicas deben aprender a decidir sobre las cosas que les afectan, los padres deben ayudar a sus hijos a que comprendan que tendrán que tomar decisiones importantes, que sólo dependerán de ellos, los amigos o los medios de comunicación no deben suplantar sus decisiones. Los padres deben depositar toda la confianza en sus hijos y poner en ellos y ellas el grado de responsabilidad que corresponda a su edad, sólo así madurarán. Es importante dejarles claro que siempre tendrán la ayuda de sus padres y que el amor de los padres a los hijos es incondicional, sin condiciones.

Trabajando actitudes

Para cumplir el principal objetivo de la educación sexual no se trata solamente de dotar a los chicos y chicas de información, hay que trabajar actitudes. Para ello además de hablar de penes, vaginas, preservativos y menstruación, habrá que añadir más cosas, por ejemplo:

  • Facilitar la percepción de riesgo, se creen invulnerables. Atacar con contundencia, desde lo emocional y no desde lo racional la experiencia anterior de riesgo como percepción atractiva.
  • Que los anticonceptivos sirvan para disfrutar más del sexo, sin preocupaciones, y no sólo para evitar consecuencias indeseadas.
  • Reflexionar y anticiparse a los ideales románticos. (no es suficiente hacerlo por amor a él, lo importante es que tú lo desees, si le interesas esperará. Llevar condón y no sacarlo porque piense “ahí viene la loba” o por creer que lo ideal es que surja, sin preparación).
  • Fomentar la autoestima, (quien más se quiere, más se cuida y viceversa).
  • Entrenar en habilidades sociales: saber decir sí y no. Conocer y valorar las alternativas al coito.

Una metáfora ayuda a entender

Comparemos la educación sexual con la paella, cuyo ingrediente principal es el arroz (la información), pero sólo con arroz no hago paellas. Si veo que la paella no me sale, me pongo nervioso y echo más arroz, no lograré hacer paella. Tal vez me tranquilice la impresión de “al menos hago algo”, la voluntad es a veces una pérdida de tiempo y dinero. Sólo si entiendo que otros matices harán que el arroz se convierta en paella, llegaré a conseguirlo (añadamos pues, pollo, cigalas, azafrán…).
No es igual llegar a la adolescencia sin haber oído hablar de la sexualidad, que habiendo aprendido a hablar de ella, creyendo que las relaciones eróticas son sólo coito o que son más cosas, aprendiendo que hay distintas formas de relacionarse, que creyendo que todo el mundo es igual, teniendo claro que es un valor pensar por sí mismo o que hay que hacer lo que todo el mundo…

Está demostrado que aquellos jóvenes que han recibido una adecuada educación sexual retrasan, con relación al resto de jóvenes, la edad de su primer coito. No porque sean tontos ni remilgados, sino porque, y hablamos de valores, tienen un abanico tan amplio de alternativas sexuales que optan por aquellas igual o más placenteras y con consecuencias que tienen costes mínimos. Que la opción no sea o lo hago a pelo o no lo hago, se pueden hacer más cosas. Es necesaria la fisiología del placer. Vamos, que no es cuestión de tener preservativo, sino de tener talento.

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