El sufrimiento en la tartamudez
El sufrimiento en la tartamudez no solamente de debe al bloqueo, sino que las emociones que provoca encontrarse sin poder pronunciar una palabra son tremendas. Las consecuencias de haber tartamudeado son muy negativas en tu imagen social. Por ejemplo, pensar en que tienes que hablar y tartamudear es una experiencia más terrible todavía que hacerlo. Evitar saber como es el bloqueo lleva a no vivir el presente, lo más importante es que se deja de comunicar lo que se quiere porque se tartamudea.
El sufrimiento en la tartamudez
Capítulo del libro Deja de sufrir por la tartamudez El núcleo del libro está compuesto por ejercicios para afrontar y superar el sufrimiento. Cómpralo.
Bloquearse con una palabra en la forma que a ti te ocurre supone un sufrimiento emocional y una frustración que quien no tartamudea difícilmente puede comprender. Porque, además, cuando aparece un bloqueo, es muy probable que le siga otro y otro y… el rechazo social puede aparecer en cualquier momento produciendo un dolor y una frustración inconmensurables.
La tartamudez es un gran desconocido en la sociedad.
“Los tartamudos os escondéis y la sociedad os estigmatiza porque no os entiende. Os considera inferiores y sois motivo de risa y escarnio” (Loriente Zamora, 2006). Ser tartamudo implica la amenaza constante de un castigo social. Porque las señales de desprecio pueden surgir en cualquier momento.
Sientes que el castigo social va asociado a la frustración de tu interlocutor por tener que esperar a que tú acabes tu discurso. Porque está lleno de interrupciones y bloqueos que se te hacen eternos. Por eso, con frecuencia intentas compensar esa limitación esforzándote en ser más rápido y más perfecto que los demás. Así intentas demostrar a los demás y a ti mismo que no eres inferior. Hay situaciones terribles en sí mismas, por ejemplo, hablar por teléfono. Tienes que presentarte, puedes quedarte bloqueado; el otro no sabe lo que te pasa y no esperará que pronuncies la palabra. No será la primera vez que te cuelgan en medio de un bloqueo que no te permite emitir ningún sonido.
La terrible evitación del tartamudeo como consecuencia y causa del sufrimiento en la tartamudez
Para acabar con el sufrimiento, puedes llegar a evitar situaciones en las que tienes que hablar y, así, llegarás a dejar tus estudios, a no acudir a una entrevista de trabajo, a no relacionarte con personas que consideras interesantes o atractivas, a aislarte socialmente, produciéndote, a la larga, un dolor mucho mayor, porque estás destrozando tu vida. Pero, por suerte, no siempre es así, muchos tartamudos a pesar de enfrentarse a situaciones sociales muy duras y arriesgarse al castigo social, siguen el camino que han elegido en su vida tartamudeando. Si estás entre ellos, has logrado que la tartamudez no haya limitado tu vida, aunque puede que todavía estés sufriendo por el tremendo esfuerzo que haces para hablar fluidamente y la frustración de no conseguirlo. El sufrimiento se multiplica cuando abandonas o renuncias a la comunicación, porque no sientes que puedas hablar fluidamente.
Además, el sufrimiento que implica no poderte comunicar cómo quieres, no solamente aparece cuando tienes que hablar; el que acompaña a la espera es igual o más terrible. Cada día te levantas con una sensación que te indica como va a ser el día, si te vas a bloquear poco o te vas a bloquear mucho, si vas a tener un día ligero o un día terrible. Aunque estés en silencio y no tengas que decir nada de momento, tu imaginación te lleva a cualquier situación que te espera ese día y sufres por lo que está por venir y todavía no ha llegado. Es más, sabes que aunque tu sensación sea buena y de momento hables fluidamente, siempre está la amenaza de que en cualquier momento aparezca el bloqueo.
Los procesos que provocan el sufrimiento en la tartamudez
Te describo a continuación los procesos que te provocan ese sufrimiento con mayor detalle:
La base del sufrimiento es el bloqueo en sí mismo.
Un sufrimiento que llega al máximo cuando te encuentras al comienzo o en medio de una palabra que no puedes pronunciar. Entonces, la lucha para conseguir emitirla se vuelve terrible. Vives los esfuerzos para superar el bloqueo con una gran emoción y un sentimiento de pérdida de control. Ya que no has podido evitar el bloqueo o te ha sorprendido cuando menos te lo esperabas.
Cuando finalmente la palabra sale, sientes un cierto alivio porque cesa una lucha titánica.
Pero el alivio te dura un milisegundo, eres consciente de que has tartamudeado y pueden aparecer de inmediato las consecuencias. Ha quedado claro y se ha puesto de manifiesto tu tartamudeo, y se dispara el miedo a ser considerado tartamudo por tu interlocutor. Para mucha gente, ser tartamudo significa ser débil, tonto, despreciable, que das pena, que eres rechazable, etc. Son características que corresponden a la idea que la sociedad en general tiene de los tartamudos y que tú has hecho tuya, no porque creas que eres tonto o despreciable; sino porque quieres evitar a ultranza que los demás lo piensen al notar tu tartamudeo.
Quizás ya no te lo digan como te lo decían en la niñez y en la adolescencia. Pero es muy probable que lo piensen y quieres evitarlo a toda costa. Incluso puede que, hasta cierto punto, encuentres esos pensamientos comprensibles. Porque no eres capaz de hacer lo que hasta un niño de tres años realiza sin esfuerzo: hablar fluidamente. Sentirte tartamudo es notar que tienes una característica personal que socialmente es rechazable y castigable y que, además de injusta, no puedes evitar. Ante esta terrible situación, puedes negarte a pensar que eres tartamudo; pero el sufrimiento terrible es que, aunque lo quieras ignorar, te sientes tartamudo.
Otro paso en la escalada del sufrimiento es el intento de compensar esa “terrible deficiencia” de hacer esperar a los demás.
Para ello, has establecido una lucha colosal para conseguir la fluidez por cualquier medio. Como no la consigues, te aparece una sensación de pérdida de control que incrementa tu forma impulsiva a la hora de hablar: te lanzas a pronunciar como sea porque temes e intuyes que se va a producir el bloqueo, hagas lo que hagas. Como fracasas sistemáticamente en hablar fluidamente, sientes que tienes que demostrar que, aunque tartamudees, no eres ni débil ni incapaz ni lento, y por eso desarrollas unas características personales que, generalmente, compartes con muchos tartamudos: un perfeccionismo que trata de compensar la lentitud y la dificultad en la comunicación. Para ello tienes que demostrar y demostrarte que puedes hacer muchas cosas bien y muy rápidamente. Hacer muchas cosas a la vez y rápidamente no es la mejor estrategia para dejar de bloquearte.
Incluso cuando no hablas está presente la lucha para evitar el bloqueo.
Antes de que se produzca te estás preparando para evitarlo. Esta amenaza omnipresente del bloqueo constituye otro paso en esta progresión de sufrimiento. Siempre tienes una sensación que indica, incluso cuando estás callado, la probabilidad de que el bloqueo se produzca. Es una sensación que aparece cada mañana, nada más despertarte, que te indica hasta que punto es probable que aparezca el bloqueo a lo largo de ese día. Así, piensas “siento que hoy voy a tener un buen o un mal día”. Es una sensación construida por la experiencia de años y que aumenta o disminuye de intensidad dependiendo de cómo te haya ido en los días anteriores. Tiene una función aparentemente positiva, porque te indica la intensidad con la que tienes que luchar para conseguir la fluidez.
Cuando sientes esa sensación fuerte, señalándote que tienes una gran probabilidad de tartamudear, comienzas la lucha para evitar el bloqueo y lograr la fluidez. Así, empiezas a hablar haciendo fuerza o hablas más rápidamente o buscas palabras fáciles, evitando las que sientes más problemáticas, evitas situaciones, etc. Esa sensación omnipresente es terrible y constituye una parte muy importante de tu sufrimiento, porque lo extiende a momentos en los que no tienes que hablar.
El bloqueo en estado puro es un completo desconocido
Porque siempre se mezcla de manera indisoluble con la lucha que inicias incluso antes de que aparezca para evitarlo y, cuando aparece, se combina con la gran emoción que hace que lo que ocupe tu mente sea acabar con el bloqueo de cualquier manera; sin darte cuenta realmente de lo que estás haciendo. La lucha que mantienes contra él hace que no seas consciente de los detalles concretos de lo que ocurre en tu aparato fonador ni del detalle de los esfuerzos que haces para desbloquearlo. Muy pocos tartamudos pueden reproducir su bloqueo de forma voluntaria. Vives la amenaza del bloqueo, la emoción que produce antes y después de aparecer; pero no los movimientos concretos que preceden o que están ocurriendo mientras te bloqueas.
Una de las cosas más importantes en tu vida es la comunicación.
Comunicarte es de vital importancia para ti, lo aprecias más que el resto de los seres humanos que no tienen tu problema, porque vives este aspecto tan importante en la vida humana con una terrible limitación. Sin embargo, la emoción asociada al bloqueo y la lucha titánica que mantienes contra él pueden llegar a cambiar la prioridad que debería tener para ti la comunicación y cambiar tus valores y tus objetivos. Así, conseguir la fluidez, hablar de forma fluida se convierten en lo más importante.
Lo prioritario para ti es la forma en que dices las cosas, si las dices de forma fluida o bloqueándote, más que el contenido del mensaje que quieres enviar y que lo que quieres conseguir de tu interlocutor con tu discurso. Pones la consecución de la fluidez por encima de la comunicación. A menudo sientes que no merece la pena comunicarse si no lo vas a hacer fluidamente. Sacrificar la comunicación para conseguir una fluidez que nunca llega es el culmen del sufrimiento que te provoca la tartamudez.
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25/02/2012
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