El profesional para el tratamiento de la infidelidad en la pareja
El profesional para el tratamiento de la infidelidad en la pareja tiene que ser especial. Porque el tratamiento de la infidelidad para la recuperación de la pareja presenta retos concretos para el terapeuta que se discuten en esta página.
El profesional ante la infidelidad en la pareja
En la consulta del terapeuta puede aparecer el problema de una infidelidad en diferentes fases. El traicionado puede acudir antes de que se haya revelado o descubierto la infidelidad. Porque aunque no se haya puesto en evidencia, la infidelidad ya puede estar afectando a la relación de pareja. Ya que, en general se deteriora la comunicación. La sexualidad también se puede ver afectada, haya habido o no relaciones sexuales con el amante. También el traicionado puede sentir los efectos de los cambios en el comportamiento del infiel que no puede explicar, etc. Cuando ha descubierto la traición, los efectos psicológicos son tan devastadores que el traicionado puede acudir a terapia individual para superarlos.
También pueden acudir la persona infiel. Porque se le han podido presentar dudas en su decisión o conflictos de valores. Por ejemplo, entre su dedicación a los hijos y tener una vida sexual más plena. Los conflictos de valores pueden haberle llevado a una fuerte ansiedad o depresión.
También puede acudir la pareja cuando se ha descubierto la infidelidad pidiendo apoyo con objeto de que el impacto psicológico que tenga sea el menor posible.
Finalmente, pueden acudir los dos para mantener la pareja. Puede ser por razones diferentes, por la emoción que los une o porque quieren mantener su relación, por los hijos, por razones económicas, etc.
Algunas dificultades que puede encontrar el profesional para el tratamiento de la infidelidad en la terapia
Hay que considerar que una infidelidad desconocida puede estar en la causa de muchos de los problemas que se presentan tanto en la terapia de pareja propiamente dicha como en la terapia individual. Por ello, el terapeuta tiene que saber cuáles son los indicios de que existe, para poder enfocar el tratamiento de forma adecuada. La distancia emocional, dedicar menos tiempo a la pareja, la falta de interés sexual y que esté discutiendo por cualquier causa, son indicios de que puede haber una infidelidad (Shackelford y Buss, 1997).
La terapia de pareja presenta por sí misma bastantes dificultades, pero cuando se ha dado la infidelidad, aparecen algunas otras que la hacen más complicada. Por ejemplo, se puede presentar el problema de que el cliente inicial es uno; pero se incorpora el otro a la terapia, en ese caso es preciso hacer cambios en el procedimiento y en la forma de trabajar, puesto que seguir con el mismo esquema puede llevar a problemas en la terapia; es preciso tenerlo en cuenta en el consentimiento informado o contrato terapéutico que se realiza cambiándolo para poder trabajar en el nuevo esquema (Lusterman, 2005). El que se incorpora a la terapia puede pensar que está en terreno enemigo por la relación terapéutica de colaboración con el que inicialmente consultó.
Considerar, como hace la terapia de pareja centrada en la emoción, que el paciente es la relación en sí (Bradley y Johnson, 2005), es una alternativa que deja claro que se está trabajando para los dos, en tanto en cuanto están interesados en reconstruir la relación.
Los problemas éticos y el manejo de la confidencialidad son otros de los problemas que se presentan en el tratamiento de la infidelidad.
Problemas éticos
Las palabras (infidelidad, culpabilidad, traicionado, traidor, adulterio, etc.); que se utilizan para referirse a la infidelidad están cargadas de connotaciones valorativas que enjuician a los miembros de la pareja; y esas valoraciones se pueden trasladar a la terapia. Incluso en los términos empleados en este artículo se transmite ese sesgo. Por eso, el mantenimiento de la neutralidad es difícil y, algunas veces, se plantea el dilema de abandonarla para favorecer a alguno de las partes.
Objetivos de la terapia
En el establecimiento de los objetivos de la terapia, es preciso tener muy claros los valores y la experiencia personal del terapeuta. El trabajo de reconciliación es difícil, largo y costoso. El terapeuta puede verse influido por una infravaloración o sobrevaloración de las consecuencias de la ruptura o de las ventajas de tener una relación larga y estable. Sería conveniente que estos valores del terapeuta queden claros en la terapia. Sobre todo cuando se da un consejo o un paso terapéutico; distinguiendo claramente lo que es un deseo del terapeuta de lo que es un consejo profesional; que esté basado en su experiencia clínica o sus conocimientos teóricos (Doherty, 2002); ya que la ideología y las creencias del terapeuta influyen en la evaluación y el tratamiento de la infidelidad (Hertlein y Piercy, 2008).
Confidencialidad: revelar o no la infidelidad
Uno de los problemas más importantes que se plantean al terapeuta en la terapia de pareja es la confidencialidad. Teniendo en cuenta que el objetivo de la terapia es la relación; sin embargo no se puede dejar de tener en cuenta a los individuos. Para lo que hay que hacer sesiones individuales en las que puede ser importante manejar información que el otro miembro ignora; y que el que la da quiere que siga ignorándolo.
Hay autores que en su consentimiento informado se niegan a mantener la confidencialidad, por ejemplo Putman (citado por Lusterman, 2005). Otros consideran poco ético que una parte no tenga toda la información de lo que ha ocurrido (Butler, Harper y Seedall, 2009). Posiblemente la mayoría de los terapeutas mantiene la posición de asegurar la confidencialidad de lo que se trata en las sesiones individuales (Lusterman, 2005). Antes de la revelación se comprometen a mantener la confidencialidad, mientras el otro quiera.
En los pocos estudios empíricos que existen sobre la infidelidad hay indicios de que; si durante la terapia de pareja no se informa de una infidelidad; las ganancias terapéuticas que se obtienen son menores que si no se mantiene el secreto (Atkins y otros, 2005). La posición más lógica para el terapeuta es que durante la terapia; si existe o ha existido una infidelidad, puede ser muy conveniente que el miembro que ha sido infiel voluntariamente la haga explícita a su pareja. Si el terapeuta no conoce la infidelidad que se está dando, las probabilidades de que la terapia tenga éxito son casi nulas.
¿Mantener la terapia, mientras continúa la infidelidad?
De hecho, si la infidelidad se mantiene durante la terapia; la posición de la terapia de conducta clásica es que no se realiza la terapia de pareja. Mientras que la posición de la terapia de pareja cognitivo conductual integradora es diferente. Esta terapia mantiene dar la oportunidad al infiel de reconsiderar la posibilidad de dejar la relación y comprometerse con la pareja, (Jacobson y Christensen, 1996).
Aunque el impacto de una infidelidad es negativo, revelarlo de forma directa puede facilitar la reconstrucción de la pareja. Especialmente si se hace inmediatamente y si lo que se dice inicialmente es completo. Es mucho mejor que admitirlo después de negarlo repetidamente o realizar una revelación de forma escalonada (Allen y otros, 2005).
Dupree y otros (2007) plantean una serie de situaciones en las que es necesario hacer una evaluación muy ponderada de si es o no conveniente revelar la infidelidad. En situaciones en las que la revelación pueda incrementar de forma importante la violencia física. Cuando los miembros de la pareja están ya en un proceso judicial en el que la infidelidad puede influir en el resultado. Por ejemplo, en temas financieros o en la custodia de los hijos. También hay discusión entre los terapeutas sobre la conveniencia o no de revelar antiguas infidelidades, muchos de ellos consideran que no es preciso.
Marzo 2010