La aceptación en la terapia de aceptación y compromiso
La aceptación en la terapia de aceptación y compromiso es un comportamiento que nos libera para ser quienes somos y hacer lo que da sentido a nuestra vida.
Qué es la aceptación
La aceptación es un concepto bastante sencillo pero poderoso. Significa vivir con algo tal y como es, sin tratar de cambiarlo o luchar contra ello. Es conocer algo profundamente y permitirnos experimentarlo completamente, sin poner barreras. No significa que dejemos de avanzar en nuestras vidas; al contrario, seguimos adelante con nuestros planes y valores, incluso si algo nos desafía o nos hace sentir incómodos.
Imagina que nuestros pensamientos y sentimientos son como pasajeros ruidosos en un autobús. Pueden ser muy intensos y hacernos sentir mal, pero aceptarlos significa que dejamos de intentar echarlos del autobús. En lugar de eso, los escuchamos, los sentimos y continuamos conduciendo hacia donde queremos ir, incluso si se aferran a nosotros y nos causan dolor.
Hablando de manera metafórica, la aceptación es como entender que somos el océano entero, no solo las olas que vienen y van (que serían nuestros pensamientos y emociones), o como ser el cielo, no solo las nubes que pasan. Significa dejar de mirar nuestro dolor a través de un microscopio, lo que nos permite ver un panorama más amplio de la vida, sin ignorar nuestras molestias.
Aceptar no es rendirse; es todo lo contrario. Es abrirnos a sentir más, a todo lo que la vida nos ofrece, y vivir plenamente, manteniéndonos fieles al camino que hemos elegido. Es como hacerse amigo de nuestros pensamientos y sentimientos, incluso si no son agradables, y continuar con ellos en nuestro viaje.
Al aceptar, nos abrimos a sentir y pensar en el presente, tomando distancia de las predicciones catastróficas que a veces nos hacen, y así podemos seguir adelante en nuestro camino.
Qué no es la aceptación
No significa simplemente soportar las cosas. No es como cuando hacemos fuerza contra algo que nos está empujando. En realidad, aceptar es dejar de luchar y resistirnos. Imagina que dos personas están jugando a un juego donde cada una tira de un extremo de una cuerda. La aceptación sería como soltar la cuerda, dejar de tirar y seguir adelante con nuestra vida en lugar de seguir en una lucha que no nos lleva a ningún lado.
Tampoco significa rendirse. Cuando nos resignamos, dejamos de lado lo que queremos y lo que nos importa. Pero aceptar es diferente; es seguir luchando por lo que nos interesa y avanzar hacia lo que valoramos.
Aceptar no es hacer como que no existen nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones. Más bien, es estar dispuestos a experimentarlos y seguir adelante en la dirección que hemos elegido, a pesar de ellos.
Y definitivamente, aceptar no es una forma de evitar el sufrimiento. Es reconocer que a veces sufrir es parte del proceso para alcanzar nuestras metas y lo que consideramos importante, sin permitir que ese sufrimiento nos cause aún más dolor.