El vínculo y la infancia en la terapia de aceptación y compromiso
Si bien la terapia cognitivo conductual resuelve los problemas psicológicos sin necesidad de remover el pasado, no pierde de vista que muchas conductas problemáticas actuales se han aprendido en la relación con nuestros padres o cuidadores y se han convertido en hábitos fuertemente establecidos. La terapia de aceptación y compromiso proporciona herramientas para cambiarlos aquí y ahora y luego modificar el efecto emocional y conductual que tienen nuestros recuerdos.
¿Es necesario rememorar el pasado para solucionar nuestros problemas psicológicos?
El centro de la terapia de aceptación y compromiso es el presente: los problemas psicológicos se solucionan aquí y ahora. El medio es el cambio de la conducta actual para resolver los problemas que nos afectan en estos momentos.
Muchos alegan que muchas veces los problemas del presente tienen sus raíces en la infancia. Son dificultades que recorren nuestra historia repitiéndose una y otra vez con las mismas características. Por eso, proponen una alternativa que podría resultar atractiva, y que siguen algunas terapias, es averiguar como se originaron los problemas como un medio para intentar resolverlos. Incluso, podríamos pensar que si no conocemos el origen, no podremos resolverlos y que se repetirán sin remedio.
Sin embargo, sabemos que recordar el sufrimiento pasado nos lo hace presente y actual, y, cuando lo rememoramos, sufrimos. Hay casos en los que podemos sacar partido terapéutico a evocar un pasado doloroso:, por ejemplo, cuando nos exponemos a las emociones que nos genera para desensibilizarnos al recuerdo o cuando nos consta que ya no se volverá a repetir, porque ahora somos conscientes de que sabemos cómo resolverlo. En este último caso, para que sea terapéutico por ejemplo, podemos recordar y revivir el pasado, y pensar y concretar cómo lo resolveríamos ahora en las circunstancias actuales y con el conocimiento y capacidades que tenemos en este momento. Hacer ejercicios como el que propone Arntz (1999), en el que establecemos un diálogo compasivo con ese joven o niño que fuimos y que no supo o no pudo resolver el problema, puede ser muy efectivo para reconciliarnos con nuestro pasado y que recordarlo deje de causarnos sufrimiento. En consecuencia, recordar lo que ocurrió en la infancia puede ser terapéutico, siempre que cambiemos el efecto que hace ese recuero en nosotros.
El vínculo
Dentro de los procesos psicológicos que se establecen en la infancia y tienen una influencia en nuestra vida adulta destaca el vínculo, que surge de la relación que tenemos de niños con nuestros cuidadores, cuando les pedimos ayuda. Los estudios y experimentos que se han hecho sobre el tema lo demuestran. Destacamos principalmente los que se refieren a los estilos de vínculo, que han encontrado que el que estilo adquirido en la infancia se mantiene a lo largo de la vida y es fundamental en las relaciones de pareja.
La teoría mas extendida que explica este fenómeno considera el estilo de vínculo como un rasgo que marca al ser humano de por vida. Es una teoría explicativa de lo que ocurre, pero tiene el problema de que no hace énfasis en cómo poder influir en él o cambiarlo. Sin embargo, existe una teoría conductual que considera al vínculo como una conducta: la de pedir ayuda, moldeada por la respuesta que se obtiene del cuidador a quien se le pide.
Cuando somos pequeños dependemos de los demás para solucionar nuestras necesidades y nuestros deseos. Si cuando pedimos ayuda para conseguir lo que deseamos o lo que necesitamos la encontramos con frecuencia, nos será fácil reconocer nuestras necesidades y desear. Si no la obtenemos, nos podemos llegar a plantear para qué pedir o desear, si no lo vamos a conseguir. Los problemas que hemos tenido de pequeños en establecimiento del vínculo con nuestros cuidadores, puede manifestarse en dos conductas: desear y pedir ayuda.
Considerar el vínculo como conducta permite su modificación en el momento presente, actuando sobre las circunstancias internas y externas en las que se mueve hoy el paciente. Es un cambio costoso porque se trata de un hábito muy establecido; pero es factible y la terapia cognitivo conductual, sobre todo las de tercera generación aporta las herramientas para hacerlo.
Una vez que se ha conseguido el cambio personal que permite la solución de problemas equivalentes en el momento presente, es tiempo de actuar sobre los recuerdos para disminuir su influencia emocional y en nuestra conducta en momento actual. No se trata de cambiar los hechos ni los sentimientos que se tuvieron entonces, pasaron y el pasado no se modifica. Se trata de modificar las conductas de pedir y/o desear en el momento presente, superando las limitaciones que se generaron en ellas debidas a las relaciones que tuvimos con nuestros cuidadores. Son conductas automáticas, es decir inconscientes, que tenemos que hacer conscientes para poder modificarlas.
Generalmente no es necesario considerar el pasado para realizar una terapia cognitivo conductual efectiva. Sin embargo, cuando hay problemas que se originaron en las relaciones vinculares en la infancia y se mantienen influyendo de forma determinante en el problema que trajo al paciente a la terapia, la relación terapéutica se convierte en un medio idóneo para realizar el cambio del vínculo en el momento presente. Porque todo tipo de psicoterapia se basa en la relación terapéutica, en la que una persona, el paciente, pide ayuda a otra, el terapeuta, es, por tanto, una relación vincular.
Este planteamiento implica que el terapeuta ha de permitir y lograr que el paciente establezca con él un vínculo seguro a través de la relación terapéutica. Es desde esa relación vincular desde donde se realizan los cambios más profundos y duraderos.
Desarrollo de estas ideas
En el siguiente artículo, dirigido a psicólogos, se explica una visión conductual del vínculo y se dan líneas fundamentales para construir una relación terapéutica con vínculo seguro. Si te interesa profundizar sobre el tema, sigue este enlace
22/4/2014